“No somos diferentes de las mujeres que lo hacen en pareja, simplemente somos mujeres con el deseo de ser madres”
Fuertes, empoderadas, con formación universitaria y con un trabajo que les ofrece independencia económica. Así es el perfil de las madres solteras por elección.
La maternidad en solitario planificada es un fenómeno social que aumenta cada año. En algunas clínicas de fertilidad la demanda de tratamiento se ha duplicado con respecto al año anterior, alcanzando ya el 10% de los tratamientos totales.
Resulta lógico, y probablemente estas cifras sigan en aumento, si ponemos en valor el cambio de mentalidad con el derribo de los tabús y los datos que señalan a España como uno de los países donde más se retrasa la maternidad.
Lo que sin duda contrasta con el hecho de que tres de cada cuatro mujeres afirman que desearían tener al menos dos hijos, según los datos de la encuesta de fecundidad del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El tic tac de su reloj biológico
Mónica lo tenía muy claro. Desde siempre supo que sería madre y la idea de serlo en solitario rondaba su cabeza. El tic tac de su reloj biológico cada vez sonaba más alto y al cumplir los cuarenta decidió acudir a un centro de reproducción asistida en Alicante.
“No había descartado tener un hijo en pareja, pero tampoco me asustaba la idea de tener un hijo sola. Al fin y al cabo lo que necesitan los niños es cariño”, afirma Mónica, madre de un niño de casi dos años gracias a un tratamiento de Fecundación in Vitro con semen de donante.
No se trata de una corriente exclusiva de nuestro país. Mujeres de toda Europa viajan hasta España movidas por la calidad asistencial de la medicina reproductiva y una de las leyes más avanzadas. En países como Alemania o Francia no está permitido el tratamiento de fertilidad para mujeres sin pareja. En este último el debate está actualmente en la calle, ya que están a las puertas de modificar una ley que impide la maternidad a las mujeres solteras.
La mayoría de mujeres que deciden tener una familia monoparental poseen una estructura familiar sólida que les acompaña. Mónica cree que sin el apoyo de la familia, amigos y gente cercana hubiera sido mucho más difícil y duro. “Yo he recibido mucho apoyo, tanto emocional, económico, como psicológico… No me imagino afrontando el proceso, ni la maternidad sin apoyo, la verdad”.
Cuando Mónica decidió confiar en el Dr. Sergio Rogel (IVF-Life), para ella lo importante fue sentir la calidad humana del equipo que la atendió, la empatía de las explicaciones y la confianza.
No cree que deba ser tratada de manera especial por ser una mujer soltera que decide buscar un embarazo en solitario “no somos diferentes de las mujeres que lo hacen en pareja, simplemente somos mujeres con el deseo de ser madres”.
Preservar la fertilidad para ser madre en un futuro
Otro tipo de tratamiento, dirigido a la mujer, que empieza a aumentar en las clínicas de fertilidad es la vitrificación de óvulos. Nos referimos a la congelación ultrarrápida de los óvulos para poder usarlos cuando la futura madre decida que está preparada.
“Me encontré en un momento de mi vida de profundos cambios, sin pareja, conociéndome y creciendo en lo personal y con muchas ganas de reinventarme. Tener hijos no entraba en mis planes en ese momento. Pero sí sabía es que no quería renunciar a ser madre en un futuro” afirma Sandra quien congeló sus óvulos a los 34 años.
Son muchos los especialistas que recomiendan que la vitrificación se realice antes de los 35 años, dado que a esa edad la reserva ovárica, calidad y cantidad de óvulos sufre un descenso considerable.
Un porcentaje de estas mujeres, que a temprana edad han decidido congelar sus óvulos, formarán su propia familia como madres solteras por elección gracias a un tratamiento de fertilidad con semen de donante.
Los nuevos modelos de familia, como el de las madres solteras por elección, son ya una realidad. Más aún teniendo al alcance la medicina más avanzada que permite la viabilidad de las técnicas de fertilidad.
No obstante, según afirma la mayoría de pacientes, se trata de un proceso duro para el que hay que estar psicológicamente preparada, pero que compensa al 100%.